martes, 24 de febrero de 2009

Despertares salados

Ardiente sueño en sucio que se aclara en la oscuridad de la noche. Los pasos marcan el comienzo de un principio sin final. Me mira y le miro, en silencio, siempre en silencio. Estamos solos.
Se acerca despacio con media sonrisa dibujada en su boca y sus ojos redondos sonríen aún más.
Sus labios mojados comienzan a resbalar sobre los míos. Acompasando nuestras lenguas que bailan en territorio desconocido el beso nunca ensayado y siempre perfecto. La danza clásica suena en nuestras bocas para convertirse en una tribu africana violenta que se mueven al son de los tambores. Dobles latidos que rebotan en nuestros pechos pegados.
Me eleva los brazos con sus delicadas manos de pintor para que difumine el cielo. Asciende la descuidada blusa que se despide en la cúspide de mis largos dedos formando el arco iris definitivo.
Ahora su jersey granate rodea la pata de la cama. Y sus negros tejanos se estiran el suelo haciendo el spagatt, sellados por las gastadas suelas de los zapatos que reposan sobre los bajos.
Mi pelo revuelto se estremece entre los rasgos de su cara. Dulces ojos que relucen a través de mis mechones y se cruzan con los míos, mientras yo intento no pestañear para no desaparecer.
Sus manos se deslizan sobre mi cuerpo como las olas acarician las rocas de la costa, que asoman de entre la espuma para sentir el huracanado vaivén.
Rodeo su cintura con mis piernas que le atrapan como presa entre barrotes de algodón de la encarcelaria cama de la que no saldríamos nunca.
Meciendo su torso termina tumbado con mis brazos alrededor de su cuello.
Movimientos rítmicos y acompasados miden los segundos que pasan. Tiempo tierno para recordar semejando así el infinito.
El aire desciende por mi nariz. Sale en un grito desesperado como si mis pulmones fueran aplastados. Aunque el peso más que pesado, es pluma. Aquella que cae delicadamente de la revoloteadota gaviota que extiende sus alas sobre mis senos.
Peino sus cejas negras, cierro sus grandes ojos, recorro su afilada nariz hasta alinear sus dientes con la punta del índice. Y se duerme.

1 comentario: